La decimosexta Conferencia de las Partes (COP16) sobre biodiversidad se celebró recientemente en Cali, Colombia, y dejó claro un mensaje: el mundo necesita actuar ahora y rápidamente. Aunque se alcanzaron algunos logros importantes, los desafíos fueron evidentes. Delegados de todo el mundo se encontraron en interminables reuniones, y más de uno abandonó la conferencia antes de tiempo, dejando acuerdos inconclusos y algunos temas clave sin resolver. Pero no todo fue en vano. En medio de las dificultades, se establecieron nuevos hitos, como el “Fondo de Cali” y la creación de un organismo permanente para garantizar la voz y participación de los pueblos indígenas y comunidades locales en futuras COP de biodiversidad.
En este contexto de crisis ambiental global, la COP16 surgió como una oportunidad única para que las naciones avanzaran en la implementación del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal (KMGBF), un plan con un objetivo claro: detener la pérdida de biodiversidad para 2030. Cuarenta y cuatro países, entre ellos Colombia, aprovecharon el evento para presentar sus planes nacionales de biodiversidad. El Plan Nacional de Biodiversidad de Colombia, por ejemplo, se enfoca en metas concretas para la conservación de ecosistemas estratégicos y la restauración de áreas degradadas, con una especial atención en la Amazonía.
Uno de los temas más polémicos fue la propuesta de crear un nuevo fondo global de biodiversidad, una prioridad para los países en desarrollo que buscan recursos para cumplir con los objetivos del KMGBF, conocido como el “Acuerdo de París para la naturaleza”. Sin embargo, el debate se quedó en el aire debido a la falta de quórum, y el tema fue pospuesto para próximas reuniones. Las esperanzas de movilizar al menos 200 mil millones de dólares anuales de fuentes públicas y privadas para implementar las metas del KMGBF continúan, pero los fondos disponibles actualmente están lejos de ser suficientes.
La distribución equitativa de los beneficios derivados de las secuencias genéticas digitales (DSI, por sus siglas en inglés) también acaparó atención. Colombia, apoyada por varios países de América Latina, propuso la creación de un fondo internacional para compensar a los países que son origen de la biodiversidad por aquellos que hacen uso y se benefician de ella. La intención: promover una justicia más equitativa en el aprovechamiento de estos recursos genéticos. Aunque algunos bloques como la Unión Europea mostraron resistencia, argumentando posibles complicaciones comerciales, el debate sigue siendo prioritario para muchas naciones.
A pesar de las barreras, un logro destacado fue la creación del “Fondo de Cali”. Este nuevo mecanismo permitirá distribuir equitativamente los beneficios derivados del uso de información genética, especialmente en sectores como la farmacéutica y la cosmética. Este avance reconoce el derecho soberano de los países de origen y asegura que se compartan los beneficios que surgen de estos recursos valiosos. Sin embargo, no se tiene claridad sobre cómo será el seguimiento y monitoreo de este fondo para que se cumplan los objetivos.
La inclusión de los pueblos indígenas en las discusiones de biodiversidad fue otro logro significativo. La COP16 estableció un organismo permanente para asegurar su representación en futuras cumbres. Para muchos, esta medida no solo es un acto de justicia, sino una estrategia esencial para la conservación a largo plazo. Un reciente estudio revela que más del 80% de la biodiversidad global está en tierras indígenas. La líder indígena colombiana Ati Gunnawi Viviam Villafaña lo expresó de forma conmovedora: “Sin nosotros, la naturaleza está en riesgo; nosotros somos sus guardianes ancestrales”.
Sin embargo, la COP16 también mostró los desafíos que enfrenta la implementación del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, acordado en 2022. Solo el 22% de los 196 países firmantes lograron presentar a tiempo sus planes nacionales de biodiversidad, conocidos como NBSAP. Las razones varían: desde tiempos insuficientes para las consultas hasta la falta de financiamiento oportuno. Países megadiversos como Colombia y Brasil destacaron las dificultades de tiempo para consultar a todas las partes, especialmente a las comunidades indígenas.
Además, las diferencias entre países desarrollados y en desarrollo se hicieron palpables cuando se discutió el financiamiento de iniciativas de conservación. Mientras que los países ricos insisten en que cada nación debe asumir su parte, los países en desarrollo reclaman apoyo financiero y tecnológico. La disparidad entre responsabilidades y capacidades sigue siendo un tema crítico para el éxito del KMGBF.
Un evento especial durante la COP16, el “Business Day”, destacó el rol de las empresas en la implementación del KMGBF. Representantes del sector privado compartieron ideas sobre cómo los incentivos financieros pueden motivar prácticas sostenibles, desde la agricultura hasta el turismo. Empresas del sector agrícola manifestaron interés en la agroecología, mientras que el turismo mostró una tendencia hacia modelos de conservación. Cada sector reconoció que la biodiversidad representa no sólo un recurso ambiental, sino también una oportunidad de crecimiento económico.
Al concluir la COP16, algunos países, incluidos Colombia, Alemania, India y Perú, lograron presentar sus planes de biodiversidad, aunque fuera después de la fecha límite. No obstante, el reto persiste: asegurar que todos los países desarrollen y ejecuten estrategias claras para alcanzar los objetivos del Marco Mundial de Biodiversidad.
En cuanto a la movilización de recursos, el texto final de la COP16 destaca la necesidad de reformar el sector financiero internacional y abordar cómo la crisis de deuda afecta los esfuerzos de conservación. Colombia, como país anfitrión, intentó hasta el último minuto que se reconociera la carga de deuda de los países biodiversos.
Para el futuro, se espera que las negociaciones sobre estos temas continúen en reuniones intersesionales el próximo año. Aunque una propuesta del Reino Unido para establecer una fecha límite en octubre de 2025 para la presentación de los NBSAP causó incomodidad, la urgencia de avanzar se mantiene.
La COP16 terminó con un llamado a la acción, instando a todos los sectores de la sociedad a unirse en esta causa. Las conclusiones de la cumbre resaltan la necesidad de colaboración entre gobiernos, empresas y comunidades locales. El verdadero desafío será asegurar que las decisiones tomadas en Cali se transformen en acciones concretas.
Con logros importantes, pero con muchos temas aún en espera, la COP16 dejó claro que la agenda de biodiversidad es urgente y exige una acción inmediata y coordinada. Si quieres escribir sobre temas de sostenibilidad para el portal web de la Red de Periodistas por el Desarrollo Sostenible, escríbenos al correo redperiodistas@cecodes.org.co